Hoy, mientras me disponía a comer, hice un pequeño tour por los canales televisivos para decidir qué emisión nos acompañaría a mí y a mi familia durante la ancestral reunión. Normalmente, el elegido es Antena 3, debido a que, coincidiendo con la susodicha asamblea, en esta cadena se suele emitir la celebérrima serie de dibujos animados (pero no por ello para niños, tamaño error pensarlo) "Los Simpsons", la cual admiro por su acertado análisis que de la sociedad realiza, tocando todos los palos sensibles de sátira: política, economía, costumbres, religión... Una serie de dibujos para mayores que podemos aprovechar, como decía Nietzsche, para dejar aflorar al niño que llevamos dentro y acercarnos un poco más al Übermensch. Analogías a parte, que me desvían del tema principal, como decía, me disponía a situar el televisor en el número 3, que es donde usualmente suelo encontrar el canal anteriormente mencionado, donde usualmente se suele emitir la serie anteriormente mencionada. Una vez allí, me he encontrado con algo cuanto menos inusual. El juicio a Iñaki Urdangarín, la infanta Cristina y demás fauna está siendo emitido en riguroso directo para que el espectador no se pierda ni una coma de la declaración del cuñado del ciudadano Felipe, como un buen político dijo no hace mucho. La costumbre seriéfila que mi familia manifiesta cada mediodía a eso de las 14.00 rara vez se ve interrumpida, acaso por el deporte de motor, Fórmula 1 coloquialmente dicho, pero, dado que tal acontecimiento deportivo ya no es emitido en esta cadena y, además, a día de hoy no ha empezado la temporada, mi estimación era que el momento de la comida sería ilustrado por esta serie de culto. "Vaya, por fin se hace justicia", piensan unos, poco críticos al parecer. "Caray, debe ser gordo lo que este señor ha hecho para montar tanto revuelo mediático", reflexionan otros, más cercanos al análisis que yo advierto correcto. "Pues yo quiero ver 'Los Simpsons'" es mi análisis. Pero absténgase el lector de realizar un juicio contra mi persona sin conocer la situación más a fondo.
Compungido por tal aciaga situación, me dispuse pues a chequear la emisión del resto de cadenas, con el fin de poder llenar el enorme vacío que la no emisión de "Los Simpsons" dejaría sobre la mesa y que solo podría ser llenado con un entretenimiento similar. En La 1, televisión pública, por cierto, un programa de corazón y famoseo, que no resultan de nuestro agrado. En La 2, el cajón de sastre de la caja tonta, como la llaman algunos, una chica de buen ver haciendo yoga. "¿Será realmente relajante hacer yoga? Debe ser doloroso" es la idea que surge en mi mente. No me detengo en Antena 3, puesto que ya he comprobado de primera mano que la emisión no se ajusta a lo que buscamos para hacer más amena la hora de la comida. En cuatro, los deportes, con su particular forma de informarnos de qué ha comido Cristiano Ronaldo o a qué hora han recogido Luis Suárez y Messi a sus hijos del colegio, lo cual, lamentablemente, tampoco nos agrada en demasía. En Telecinco, un patio de colegio hecho programa de televisión, Mujeres y hombres y viceversa es su nombre. No promete demasiado cuando el viceversa final tiene tan poco sentido como el programa en sí. No siendo necesario un análisis sobre tal payasada, paso a laSexta. En este canal, dado que es filial de Antena 3, están haciendo un informativo exhaustivo acerca del juicio anteriormente referido. Finalmente, nos hemos decidido por ver asombrados cuán relajada parecía la chica del yoga.
"¿Y por qué no has prestado atención a tan importante acontecimiento como es el juicio a dos personalidades tan importantes dentro de la Casa del ciudadano Felipe?", podrían recriminarme algunos. Pues bien, yo doy mi respuesta gustosamente. Eso, precisamente, cortar la emisión de un programa verdaderamente crítico y preclaro como es "Los Simpsons" y poner en el púlpito a un puñado de personas que dicen ser analistas políticos y jurídicos, eso, bajo ningún concepto, puede ser de mi respeto. Con el visionado de "Los Simpsons" (siempre que el que lo visione sea lo suficientemente proclive al análisis que esta serie invita), el espectador sale mejor parado intelectual y políticamente que viendo a un puñado de payasos, como antes he dicho, inventar diversas teorías sobre los gestos de la cara de Urdangarín o el fiscal Horrach mientras Pedro Sánchez y Albert Rivera, nos condenan a una legislatura más sufriendo los vestigios (y no tan vestigios) del daño que el PP ha hecho estos 4 años. Una persona que ve "Los Simpsons", en definitiva, tiene un mundo de posibilidades a día de hoy mucho mayor que el que ve unas noticias politizadas y compradas por el IBEX 35, que explota libra de la pobreza a los ciudadanos de Bangladesh, la India o Thailandia.
En este artículo quiero denunciar públicamente (quizá es mucho pedir, al menos hasta donde llegue el mismo) el circo de alta lona y vasta arena que ante nuestros ojos extienden. Nos dicen que Pablo Iglesias es amigo del perro del cuñado de la hermana del dictador, asesino y malvado camarada de Satán Hugo Chávez, y que Amancio Ortega es un bonachón asceta que, de manera altruista, regala 200 dólares mensuales a la gente que, sonriente, hace prendas de vestir que posteriormente le regalan en unas fábricas que, vaya usted a saber cómo, se construyeron en lugares donde una persona no es capaz de poner la suya propia y, cuánta casualidad, el salario mínimo es inferior al de cualquier país occidental. Es un circo en el que también acontece un pintoresco espectáculo en el cual no recuerdo bien lo que pasa, algo así como que gente que no se conoce contrae matrimonio, además legalmente, quizá en busca de la fama en este mundo de locos, y también suelen haber payasos que gustan de analizar los gestos del público, condenándolos al sectarismo para no ser objeto de humillación por el resto. Sin embargo, "Los Simpsons" está prohibido en este circo. Hay que acudir a cines clandestinos para disfrutar de semejante manjar audiovisual. En estos cines también se venden libros que no gustan al director del circo, como "Un mundo feliz", "1984" o "Fahrenheit 451". A veces se comenta que realmente Pablo Iglesias no es más que un seguidor de la teoría de Keyness con una visión izquierdista de lo que ha de ser la libertad social, y se oye decir que Amancio Ortega no regala dinero, da limosnas a cambio de millones de prendas de ropa, no es altruista, no es asceta, y que esas fábricas, qué cosas tiene la vida, son realmente suyas, construidas con el consentimiento del tirano presidente del país en cuestión. Depende de la perspectiva.
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