Sinopsis: Rodion Raskolnikov, un estudiante de San
Petersburgo sin recursos económicos pero con síntomas de megalomanía, asesina a
una usurera a la que considera una lacra social. Tras cometer el crimen, su
vida se debate entre el amor que ha despertado en él Sonia, una joven
prostituta, y el peso de los remordimientos tras el asesinato.
La obra principalmente ahonda en la psicología de nuestro
protagonista, el cual se subsume en un cúmulo de sentimientos precipitados por
la comisión de su crimen introduciendo al lector en lo más profundo de la mente de
Raskolnikov. El lector, consumido por las lamentaciones y delirios de grandeza
del protagonista, termina planteándose preguntas sobre lo que ocurrirá dentro
de la mente del estudiante y sobre cuáles son los móviles y las razones que
impulsan al mismo a actuar de un modo o de otro. ¿Es Raskolnikov una persona
capaz de distinguir entre el bien y el mal? Conjuga malas y buena acciones
durante lo largo del relato. Todo siempre tiene un porqué, aunque, en el caso
del extravagante Raskolnikov, ese “porqué”, está más escondido.
Este libro es la respuesta a una pregunta: ¿qué pasa cuando
alguien mata? Fíjense en que el protagonista empieza a tener paranoias, miedos
y brotes de locura después de matar a la vieja. El libro manda un mensaje:
nadie permanece inalterable después de asesinar a una persona. ¿Cómo sentará
matar a una persona, a pesar de que sea esta un cáncer social? Me pregunto a mí
mismo después de leer esta obra. Arrebatar a una persona la vida, privarle del
mayor de los bienes, con tus propios recursos, algo tan morboso y atractivo,
maldita sea, te incita a practicarlo… Dostoievski nos devuelve a la realidad.
Recluido en su pequeño cuarto, mal iluminado, apenas
amueblado, desgastado y tétrico, termina dejándose vencer, perdiendo el tiempo
tirado en su camastro, meditando, recordando viejas ideas y analizando a la
humanidad, llega, sin saberlo, a una decisión complicada... imposible describir
sus pensamientos y razonamientos, pero, siendo atrevido, creo que la mejor
descripción sería "El fin justifica los medios". Después de planearlo
y repetirlo en su cabeza infinidad de veces, decide poner manos a la obra y
librar al mundo de un gusano más, de un parásito que se alimenta de la sangre
de los trabajadores honrados, una anciana que realiza empeños con altos
intereses. El acto es cometido, pero pronto todo se sale de control, descubre
que no todo estuvo correctamente planeado y el instinto de superveniencia toma
control de él. Realiza otro asesinato más, apenas tiene tiempo de tomar cosas
de valor y escapa como puede. Y aquí es donde comienza el "crescendo"
de la novela, un Raskólnikov que cae totalmente enfermo, fiebre, debilidad y
delirios, es cuidado por amigos y logra salir adelante, sin embargo la duda lo
carcome, ¿todo quedo en orden?, ¿dejo algún cabo suelto?, ¿una pista que pueda
ligar el asesinato con él?, ¡sus amigos!, ¿Victima de delirio habrá dicho algo
mientras la fiebre lo controlaba? Todo lo correctamente planeado, queda
destruido, sin embargo la noticia de la inminente llegada de su familia a la
ciudad, la cual viene con una propuesta de matrimonio para su hermana, lo
perjudica aún más. Las llamadas a la comisaria para investigar sobre su
relación con la fallecida lo ponen aún peor. La culpa lo carcome. La eterna
lucha interna de los individuos, batallando entre lo correcto, lo legal, lo que
es necesario y lo que podemos hacer, es llevada magistralmente a un libro,
Dostoievski nos envuelve en una serie de conflictos tal, que incluso nos lleva
a dudar de nuestros propios principios, y sobre todo, nos implanta la duda
sobre si nosotros seremos hombres o gusanos. Es decir, nos envuelve tanto en el
personaje que podemos respirar la historia, podemos sentirla e incluso podemos
confundir la realidad con esas sensaciones de maldad, que todos tenemos dentro,
muy dentro... o quizás más cerca de la superficie. Con esta historia lo
podremos descubrir.
Una obra que usa como telón de fondo la miseria y
desigualdad social de la Rusia zarista con personajes complejos y singulares. Absorbente,
pero psicológicamente terrible. Esta novela, una de las más grandes e
imperecederas de la literatura universal, contiene dos de los temas
característicos de Dostoievski: la relación entre la culpa y el castigo y la
idea de la redención, planteando con todo vigor el conflicto con una dicotomía entre
el “Bien” y el “Mal”, desvirtuados y planteados desde un punto de vista
metafísico, ese dualismo ético que es una constante en la obra del autor.
La obra contiene, también, soberbios diálogos que dan lugar
a una catarata de reflexión, no ya presentados dentro de la psicología de los
personajes, sino como ideas que podrían golear la mente de cualquier lector.
Cabe mencionar al respecto un artículo escrito por Raskolnikov en el que justifica
que ciertas personas más perfectas que otras puedan matar a otras si esto
contribuye a su culminación como personas y puede redundar en un bien en la
sociedad (de nuevo “El fin justifica los medios”).
Durante la comisión del crimen por parte de Raskolnikov y su
brillante (o, mejor dicho, afortunada) ejecución se dejan entrever pinceladas
del tema del crimen perfecto. Los diálogos entre el juez de instrucción
Porfirii y Raskolnikov también son salpicaduras del mismo, dichos diálogos son
simplemente magistrales, soberbios, te consumen y dotan a la obra de, además de
un perfecto reflejo de las pasiones humanas mediante la profundización en la
psicología de los personajes, un suspense que debería ser obligatorio en toda
obra que pretenda ser calificada como obra maestra.
Las 100 primeras páginas son toda una lección del arte de
narrar. La puesta en escena ya muestra a Raskolnikov como un personaje
francamente inestable, nos deja una carta de la madre de Raskolnikov a su hijo
que recrea perfectamente el amor de una madre a sus hijos y la búsqueda del
asentamiento social, todo ello dentro de un brillante primer capítulo que
finaliza con la perfecta narración del crimen cometido por el estudiante.
Cada personaje, un mundo, una aglomeración de emociones y
sentimientos. Nos presenta Dostoievki un exquisito cocktail: la orgullosa Dunia
(hermana de Raskolnikov), el noble Razumijin, el malvado y manipulador Svidrigáilov, el alcohólico y pusilánime Marmeládov,
la desdichada Katerina Ivánovna, el egocéntrico Piotr Petróvich (que se
autoproclamaría salvador de la familia de Raskolnikov) y la fuerte, pero
castigada Sonia Semionovna.
En conclusión, Raskolnikov es una persona que busca probarse
a sí mismo y ver si está por encima de la moralidad, del bien y del mal. El
propio Nietzsche alabó al escritor ruso. De hecho, se pueden establecer
similitudes entre el Superhombre de Nietzsche y la teoría que expone Dostoievski
a través del protagonista.
¿¡Qué es el arte sino el saber plasmar de manera precisa y
detallada los sentimientos a través de distintas formas (la pluma, la palabra,
la pintura, la música, la escultura...)!? Sólo por esa lógica, por el arte como
cualidad de precisar (y producir) sentimientos, Crimen y Castigo, aunque extensa
y enrevesada, debe ser (y es) considerada como una de las mejores obras
literarias de todos los tiempos, porque la obra es dolor, remordimiento,
infierno terrenal, pero también amor y esperanza.
Valoración: 9´5
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